Es un autentico privilegio poder desarrollar mi actividad profesional en algo tan mágico como lo es la música. Poder disfrutar encima de un escenario, poder hacer disfrutar a otras personas con lo que hacemos desde el escenario, sentir y hacer sentir, poder transmitir a mis alumnas y alumnos los conocimientos y experiencias musicales acumuladas y ayudarles a sentir lo que yo siento al hacer música.
No es broma, es un auténtico privilegio y es difícil de transmitir con palabras la magia de ciertos momentos que se viven en el escenario.
El momento en que las luces de la sala se apagan y el director levanta la batuta, ese momento en el que se están acercando los últimos compases previos a tu solo y que te hace sentir un cosquilleo en el estómago, ese pasaje de gran intensidad que te transporta a otro lugar, o que te trae algún que otro recuerdo, la complicidad con tus compañeras y compañeros, la magia de la oscuridad del patio de butacas con la intensidad de los focos en tu cara y de fondo los aplausos del público...
Es un autentico placer poder transmitir todos estos sentimientos concierto tras concierto y clase tras clase.